24 de agosto

En un país lleno de fechas "importantes" parece que ahora los políticos que supimos conseguir piensan incorporar una nueva.

      Se trata del 24 de agosto, un día común y corriente hasta hace poco, pero que ahora gracias al realismo mágico que acompaña a nuestros dirigentes, el mundo argentino va a cambiar. Ese día finalmente seremos libres del poder ejecutivo, más precisamente de quien desempeña ese cargo.
 
       Aunque suene extraño y emparentado con otras fechas que a la postre no significan más que una excusa para recordar algún hecho distante en el tiempo y cuya virtud se ha vuelto dudosa luego de tantas interpretaciones y reinterpretaciones; 25 de mayo, 9 de julio, 17 de octubre, etc., la llamada oposición política pretende hacernos creer que ese día termirán todos nuestros problemas.
 
        A esta altura del relato es justo que les diga cual es el hecho, la cosa, o quien sabe qué es lo que se modificará y que cual eclipse de sol se pronostica con tanta anticipación. Ese día, martes, que no pude saber si se presentara despejado, nublado con lluvias y/o nevadas, ruego consulte el prónostico del tiempo, vencerán las facultades extraordinarias que tiene el PEN.
 
         Lo extraño de la situación es que uno escucha a los preclaros profesionales del habla televisiva, sosteniendo como una verdad revelada, que sin estos poderes se podrá controlar al gobierno, como si no se viniera realizando;  quien preside el senado es el jefe de la llamada oposición sin ir más lejos. Asegurando que se terminarán las distorsiones en el manejo de la economía nacional, cuando dentro del mismo sistema y con los mismo mecanismos constitucionales se le otorgó al PEN las facultades que ahora caducan.
 
          Todas estas consideraciones viene a cuento de ese mal que nos aqueja desde tiempos inmemoriales a los habitantes de este país, que es el que llamaré "mal de fechas". Este mal podría definirse como la situación en la cual una sociedad termina persuadida que tal o cual día existió un cambio determinante  -un antes y un después- creando un mojón histórico desde donde de acuerdo a quien lo diga comenzaron todos los males o empezaron a desaperecer. Allí quedan las fechas como testimonio inocente en el papel, pero fuerte en la realidad de tantas frustraciones colectivas. 
 
            Debería la oposición y porque no el gobierno tomar nota de que  nuestra sociedad esta un tanto cansada de no ser escuchada en sus reclamos, que por decirlo de una forma común ; no se chupa el dedo y que deberían ponerse a consensuar una salida a la trampa histórica en la que estamos metidos de medir todo entre blanco o negro, cuando todos sabemos que la vida es una sinfonia de colores.
 
              Martín